[Rosario M. Bartolini (desde el paraíso de Chongoyape, Lambayeque)]
XII
Escapo de una finta, peluza a peluza. Un proyectil que no sé dónde irá a caer. Incertidumbre. Tramonto. Cervical coyuntura.
Chasquido de moscón que muere a mitad de su vuelo y cae a tierra. ¿Qué dice ahora Newton? Pero, naturalmente, vosotros sois hijos. Incertidumbre. Talones que no giran. Carilla en nudo, fabrida cinco espinas por un lado y cinco por el otro: Chit! Ya sale.
En la travesía del conocimiento, de sí mismo, del mundo, Vallejo nos coloca en un cuerpo con adrenalina, escapando o ¿buscando? el cuello y la piel como arena para la generación del saber, del conocer. Sintiendo totalmente a través de ellos lo que va cuajando en conceptos. Me hace recordar lo que Arguedas contaba acerca del aleteo de un moscón en su nuca…¿Qué es una ante el descubrimiento, ante el infinito?
Empieza y termina, a mi parecer, con este planteamiento de alerta física y mental, de huir, de contradicción con resultado…quedarse pasmado ante lo que se da uno cuenta…sufrir en contradicción el proceso de comprender (“Carilla en nudo, fabrida cinco espinas por un lado y cinco por el otro”), y saludar el producto en silencio (“Chit! Ya sale.”) como si el conocimiento fuera un producto de nuestra masa física, como un pedo, como una emanación en el silencio.
Y los versos centrales: una llamada a reírnos del limitado alcance de la razón en esto del conocimiento. Se conoce con el miedo, con el pasmo, con la sorpresa, con el desamparo. Se conoce con los sueños, dormidos o despiertos.
Y esta forma de conocimiento, más allá de la razón, mezclando cuerpo con significados, la preservan y muestran poblaciones originarias de Latinoamérica, como lo que nos permite conocer Anne-Gäel Bilhaut[1] sobre la forma como conocen y se van autodefiniendo los amigos nativos Záparas de la amazonia ecuatoriana: a través y en complemento con sus sueños, decodificados culturalmente.
El comprender la diferencia, lo diferente, lo diverso…todavía como gran reto para nuestro mundo occidental. ¿Cómo conocer sin la mano de la razón? …Peluza a peluza…nos ayuda Vallejo. ¿Cómo comprender un chasquido de muerte en pleno vuelo, sin razón aparente…? Somos hijos de la gravedad de la razón…y a salir de ese marco, a eso, nos reta Vallejo.
[1]“La actividad onírica es funcionalmente un “acto cognitivo” movido por una intención y determinado por las capacidades del propio sujeto soñador. Permite la anticipación y la acción . Muskusha kawsana, “vivir soñando”, así designa Twáru el modo de vida de los suyos. El sueño hace e inventa al mundo, permite entenderlo y darle un sentido. Constituye un modo de producción del conocimiento cultural e histórico, que se incrementa simultáneamente al decaimiento del conocimiento que poseen los humanos vivos. En otras palabras, es un medio para aprender lo que ya no se sabe o lo que no se conoce, y también para considerar el porvenir. Lo propiamente zápara de esa concepción cognitiva del sueño es que ellos lo consideran como un proceso visual cuyo origen se encuentra dentro de su substancia corporal. Por ende, cada conocimiento incorporado, al ser una substancia que produce el sueño, ofrece un conocimiento subjetivo del mundo. Se debe sin embargo convenir que esta subjetividad pertenece a un “marco de referencia” zápara formado por su entorno, por conceptos de los cuales disponen, pero también relacionado con la corporalidad (La relación con el mundo se afianza corporalmente. Con esto quiero decir que toda relación con el mundo es ante todo una interacción corporal “inmediata”: los procesos fisiológicos y físicos de la humanidad biológica (el hambre, la sed, el dolor, el cansancio, la aprensión…) desempeñan aquí un papel fundamental; y quiero decir que la percepción que tienen los záparas de la corporalidad ha de ser tomada en cuenta.)” (p.225-226). BILHAUT, Anne-Gäel, “El sueño de los Záparas. Patrimonio onírico de un pueblo de la Alta Amazonía”. Quito: FLACSO: sede Ecuador. Ediciones ABYA-YALA, 2011. -(Serie FLACSO Abya-Yala)