[Martín Barea Mattos (Montevideo)]
Así muerta inmortal
Así
César Vallejo
César, mañana iré a Las flores
A comer el pan de mi madre
Sin trigo, avena, ni cebada, ni centeno.
Por la venida de Las acacias entre Las amapolas y Las glicinas
Golpearé el portón de madera siempre abierto
Bajo el arco lila de la santa rita.
Diré mamá en voz alta y ella dirá, Hola hijo
Saliendo del viejo garaje que ahora es su nueva cocina.
Llegaré en ómnibus de barbijo con mitad de pasajeros:
Estamos enfermos. Nadie sabe, quién es quién.
El virus anda suelto.
Pero estamos hablando de madres
Y cuentan muertos sin decirnos
Quienes ni cuantos han nacido.
La tarde está en suspenso
Entre el colibrí verde y el mangangá aurinegro.
Y mamá inmortal. Así. Siesta.
Hoy no podré ir ni a Santiago ni a Paris.
La frontera está cerrada. Hay toque de queda en Europa
Y militares por todas partes.
Solo viajan los muertos en espejos de mano.
Así viajan. Así muerta inmortal. Así.
Mi madre tiene dos hijos y tres gatos:
Conejos, hojas y pétalos:
Manos caídas bajo el ceibo.
En Montevideo como en Buenos Aires,
duermen mujeres y hombres en cajas de dos metros de cartón
sin heladera, ni casa. Solos en la calle: vecinos de cartón.
Así la basura, muerta inmortal. Así.
Y si al llegar escuchara maullidos es que ella no está.
Estará con la cresta blanca bajo el cristal del Río de la Plata.
Así inmortal. Así.
Juntando el plástico en la orilla
Para rescatar el trabajo del color, aquel
“quijarudo trasto de dinástico cuero”,
a veces verdes, a veces grises
como una tijera en el reto del resto.
Arte maltrecho, bien hecho.
Y así, Vallejo, te canto centenario
“bajo los dos arcos de tu sangre”.
Sabemos tu nombre, sabemos tu muerte.
Y en esta pandemia volvés a estar.
Así inmortal. Así.