[Guillermo Augusto Ruiz (La Paz/París)]
Soñé que Vallejo se hundía en las cenizas
De una puerta cerrada para siempre a sus pasos
Soñé una casa rota en la violencia de julio
En cuyas grietas crecían incesantes dialectos vegetales
Soñé que Vallejo se acurrucaba en los rincones
Y se envolvía en las sombras apolilladas
Que se desmigajaban en sus manos
Como un poco de pan duro
Soñé que esas manos tardías
Cerraban con metódica dulzura
Hasta la más íntima gaveta del silencio
Soñé la mirada febril buscando una imposible salida
A los vericuetos huérfanos del cuerpo
Recién llovido de niñez
Vallejo entró en la noche como la llave en los cerrojos
Y en la afilada frente del tiempo centelleó un hueso
Triunfante en el verdor del alba.