[Luis Bravo (Montevideo) y Federico Eisner (Montevideo/Santiago)]
Puesta en voz y sonoridades del poema LX de Trilce
La lectura interna (prelingüal) del poema se abre a modulaciones subjetivas cuando suena en la voz; se interna en pasadizos un poco más impredecibles cuando la voz entra en las palabras, se cuela entre los fonemas, abre los silencios y se instala, batuta intuitiva mediante, alzando significantes, derramando estelas semánticas. Veamos los resultados de las intuiciones que se materializaron en esta puesta en voz y su musicalización. La composición vocal la fui haciendo a la par que Federico Eisner iba componiendo las sonoridades del bajo; es decir, en improvisaciones a las que fuimos dando forma hasta elegir una versión definida, finalmente aquí presentada.
Los silbos que abren el surco borronean una frase melódica luego interceptada por un frotaje de bordonas; ese contrapunto anticipa el olor a madera de las palabras iniciales… la reiteración del primer verso se impuso en cada puesta y hube de aceptarla como si la voz dicha y la voz interior se yuxtapusieran en primer y segundo plano. Cuidé de no llegar al sistemático leit motiv, para no traicionar lo que imagino determinó el joven Vallejo en Trilce: no usar el tradicional estribillo. De ahí que hacia la cuarta estrofa ya no se reitera el entrañable verso fundante… “es de madera mi paciencia”.
Las jotas lijan el aire (vejetal; plumaje) junto al encordado metálico del bajo en modo electrizado y acústico; este sonido es como la central emotiva de ese desgarro que recorre el poema, la inefable emotividad que en cada poema de Trilce sale airosa de encasillamientos: lenguaje mestizo de huidiza nominación. Bord(e)amos un deslije fonético de táctil sonoridad, con énfasis en el textil deshilache por esa segunda letra del alfabeto quechua.
Me detuvieron, acaso demasiado, las XT/XC (extremidades; exclamar) forzando abrir el humor ceñudo, la caja toráxica de angustia atascada.
Las palabras semi-aspiradas (sorda; bocón) así como las voces dobladas, deslindan y despliegan variados paisajes: lo topográfico (las leguas de tu marcha), las anáforas de la soledad (sin tu, sin tu), las antítesis del goce (placer, sin querer, placer).
El breve solo del bajo después de “domingo” (clave del poema) porta la proverbial nostalgia de ese día sagrado: venerable día del sol, día de resuRRección, paga del niño jornalero, descanso del patrón pero no de los campesinos…; la cuerda percutida rasga el aire como fuelle arrabalero para silenciarse ante las mayúsculas resonancias de lo que destieRRa… tras la fusión de embriaguez y dolor (la horrible sutura) la “a” final es arrojada en ambiguo goce suspirante.
Así resuena el poema LX de Vallejo en este pandémico año “de harapos”, a casi un siglo de su trilceana hechura, para y desde esta yunta rioplatense en trasiegos trasandinos.
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Datos de realización:
Poema LX, Trilce (Lima, 1922), de César Vallejo.
Puesta en voz, arreglos y composición musical: Luis Bravo & Federico Eisner (grabado en Solymar, Uruguay, 2020).
Bravo, L.: voz y silbo; Eisner, F.: bajo eléctrico.
Eisner, F: producción sonora (sobrevolando los Andes).
Duración: 2:57 m.
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LX
Es de madera mi paciencia,
sorda, vejetal.
Día que has sido puro, niño, inútil,
que naciste desnudo, las leguas
de tu marcha, van corriendo sobre
tus doce extremidades, ese doblez ceñudo
que después deshiláchase
en no se sabe qué últimos pañales.
Constelado de hemisferios de grumo,
bajo eternas américas inéditas, tu gran plumaje,
te partes y me dejas, sin tu emoción ambigua,
sin tu nudo de sueños, domingo.
Y se apolilla mi paciencia,
y me vuelvo a exclamar: ¡Cuándo vendrá
el domingo bocón y mudo del sepulcro;
cuándo vendrá a cargar este sábado
de harapos, esta horrible sutura
del placer que nos engendra sin querer,
y el placer que nos DestieRRa!
L. Bravo